La Guerra de los Tweets II: La columna de Álvarez Rodrich
El periodista y también twittero, Augusto Álvarez Rodrich (@alvarezrodrich) no es ajeno a lo que sucede en Twitter y no desaprovechó la oportunidad para opinar en su columna del diario La República sobre la reciente guerra de tweets que se está dando en la página del pajarito azul. No deje de leer su columna sobre su experiencia como twittero.
¿Qué está pasando?
Si aún no ha abierto su Twitter, usted está en nada.
La política llegó al Twitter –¿o el Twitter llegó a la política?– y aunque es obvio que esta forma de comunicación no tendrá, por su todavía limitado alcance, un efecto determinante en el resultado de la elección 2011, es muy probable que lo más interesante de esta campaña presidencial ocurra en el reino del pajarito azul.
Alejandro Toledo, Pedro Pablo Kuczynski, Keiko Fujimori, Ollanta Humala, Mercedes Aráoz y Manuel Rodríguez Cuadros, ya están ahí. Sugiero no votar por alguien sin Twitter.
Twitter significa, en inglés, gorjear, parlotear, trinar, que es lo que sus usuarios hacen ahí. Como quizá no todos mis lectores sepan qué es el Twitter, intentaré una definición, aunque debo reconocer la dificultad para hacerlo a pesar de ser un usuario regular –con once meses trinando– pero principiante pues hay un montón de comandos que todavía no sé para qué sirven.
Twitter es un sitio web para enviar y recibir mensajes –llamados tweets– de un máximo de 140 caracteres. Esa es su principal limitación y su mayor beneficio. Para quienes, como este columnista, hace tiempo que no soporta rollazos aburridos, el Twitter es, por la obligación de ser concisos, una bendición. Permite recibir tweets solo de quienes Ud. lo decida, y emitir mensajes a quienes hayan tenido la generosidad de seguirlo.
En mi caso, tengo la suerte de contar –al momento de cerrar este texto ayer– con 12,833 ‘tuiteros’ a quienes cada día, a las cinco de la mañana, antes de partir al noticiero Primera Noticia de ATV, les envío esta columna de La República.
Algunos días, me aventuro a lanzar otros tweets, usualmente como comentario a otros comentarios, pero debo reconocer que yo soy el principal beneficiario del sistema al seguir las opiniones, a través del Twitter, de 67 emisores que me entretienen y, también, me dan muchas ideas para mi labor periodística, como la elaboración cotidiana de esta columna. Cada tarde, antes de escribirla, siempre le doy una mirada previa al Twitter donde, como ave carroñera en busca de alimento, arrancha y saquea un montón de ideas.
Algunos de los tuiteros que sigo son políticos y candidatos, pero ellos no son, precisamente, los más entretenidos. A ellos los sigo por mi trabajo pero les agradezco que cada día haya más en el mundo Twitter, obligados a lanzar mensajes breves, muy distintos a la verborrea con las que nos suelen agredir.
No es fácil hacerlo pues, al comienzo, uno no sabe para qué diablos entra al reino del pajarito azul, pero les aseguro que, una vez ahí, no hay cómo dejarlo. Por ello, entre todas las decisiones que tomé en el año 2010, una que, sin duda, no me arrepiento fue abrir, a insistencia de mis colegas Paola Ugaz y Jackie Fowks, mi cuenta de Twitter @alvarezrodrich. No saben cuánto se los agradezco.